Durante los meses de más frío siempre se recomienda extremar las precauciones en la carretera. La presencia de hielo, nieve y las precipitaciones suponen un problema a la hora de coger el coche. Aunque siempre le prestemos mucha atención al estado de calzadas, tampoco hay que olvidarse de la visibilidad y de las condiciones de los limpiaparabrisas. No siempre viajamos con ellos en las condiciones precisas.
Y es que nadie está libre de encontrarse con una tormenta cuando viaja por carretera. Por eso se hace imprescindible revisar este elemento para poder circular con las mayores garantías. La disminución de la visibilidad es un importante factor de riesgo a la hora de conducir. Distintos estudios elevan la peligrosidad en las vías hasta un 70% cuando hay precipitaciones intensas.
Revisar los parabrisas delanteros y traseros
El agua acaba alterando la visibilidad del conductor, distorsionando la incidencia de la luz y rebajando su rendimiento visual. Todo esto se verá agravado cuando las escobillas del parabrisas no estén en su mejor estado.
Por eso es imprescindible revisar los limpiaparabrisas, tanto los de la luna delantera, como los de la trasera. Una forma de comprobar que están en las mejores condiciones es si al activarlos dejan algún tipo de rastro en el cristal. Esto puede ser una señal de que la goma tiene algún tipo de corte o estría.
Este fallo puede contribuir a reducir la visibilidad, pero tenemos la posibilidad de subsanarlo de una manera sencilla. Solo con palparlo, en busca de fisuras o irregularidades, conseguiremos prevenir muchos daños.
El limpiaparabrisas está pensado para utilizarlo únicamente en las jornadas de lluvia o cuando queramos limpiar la luna delantera. Activarlo cuando esté seco puede dañar el cristal y también la escobilla. Por lo tanto, evitaremos su uso salvo que sea necesario para mejorar la visibilidad en el momento de la conducción.
Cómo saber cuándo cambiar las escobillas
Hay otra situación que nos indicará que el limpiaparabrisas no está en su mejor estado. Y es cuando lo pongamos en marcha y no consigamos limpiar el cristal correctamente, lo deje emborronado o simplemente con zonas sin limpiar. Esto podría estar motivado, a que en ocasiones, el viento se cuela por debajo de las escobillas provocando un desgaste continuo que hará que cada vez haya más zonas sin limpiar.
Pero sin lugar a dudas, la señal más evidente es la que hace referencia al ruido que provocan en el momento de realizar el barrido. Al margen de que haya agua o no, es posible que escuches un sonido poco común. Esto es posible debido a que el caucho se ha podido endurecer por llevar demasiado tiempo sin sustituirse. Supone un aviso de que ha llegado el momento de reemplazarlo por uno nuevo.
Estas comprobaciones pueden parecer un tanto rudimentarias, pero son las que se llevan utilizando toda la vida y siempre han dado buenos resultados. Hay que decir que algunos fabricantes de limpiaparabrisas incluyen testigos de aviso de colores, que en función de estos mostrará la recomendación de sustitución de las escobillas.
Por lo general, aunque no notemos ninguna anomalía en su funcionamiento, algunos fabricantes recomiendan sustituir las escobillas una vez que haya transcurrido un año y medio desde la última sustitución, sobre todo si nos adentramos en una época de frío y precipitaciones, en donde nos veremos en la obligación de utilizarlas bastante a menudo.
Pero más allá de esto, también hay que tener en cuenta la trascendencia del mantenimiento y de la prevención. Saber darle un uso adecuado nos permitirá alargar su vida útil mucho más de lo que creemos.
Consejos para alargar la vida útil de los limpiaparabrisas
Aunque parezca bastante obvio, es aconsejable limpiar la luna de vez en cuando, ya que es una zona en donde la suciedad se acumula con bastante facilidad. Esa acumulación de residuos se acaba trasladando a la goma de las escobillas cuando entran en contacto. Esto también nos llevará a limpiar las escobillas con frecuencia, y para ello solo hay que retirarlas del brazo sobre el que están colocadas. Bastaría con emplear un trapo humedecido en un líquido específico para la limpieza de cristales, con el que podremos eliminar el polvo y el resto de suciedad.
El invierno es la época del año en la que más recurrimos a estos accesorios para la limpieza de las lunas. Pero no son lo más adecuado para retirar el hielo que se pueda acumular en el cristal. Previamente hay que utilizar un rascador, o en el mejor de los casos recurrir a un cartón o similar. Bastaría con colocarlo entre el parabrisas y las escobillas para que no se quedaran pegadas. Como última opción, también podrías dejarlas levantadas.
Para que las escobillas duren más y realicen mucho mejor su trabajo es preciso prestarle atención al sistema del parabrisas. Esto implica que tengamos que realizar de manera periódica una revisión del nivel de líquido en el depósito.
En los meses de más frío, es posible que nos encontremos en algún momento la luna repleta de nieve o hielo. En ese caso no es aconsejable accionar los limpiaparabrisas, ya que no podrán retirar todo el cúmulo y sufrirán un desgaste excesivo.
Siempre que sea posible es preciso proteger lo mejor posible esta parte del coche, sobre todo de los cambios bruscos de temperatura. Tanto para las escobillas como para el limpiaparabrisas, lo adecuado sería estacionarlo en una zona cubierta como un garaje.
Aunque la mayoría de las veces solo reparemos en la parte delantera, tampoco hay que pasar por alto el papel que desempeñan los limpiaparabrisas traseros. Es posible que no dirijamos la vista con tanta frecuencia a la parte de atrás, pero también pueden contribuir a conseguir una mayor visibilidad en el momento de la conducción.
Si llegado el momento necesitas reemplazar las escobillas, tienes la posibilidad de acudir a un taller o incluso de hacerlo tú mismo. Básicamente hay que asegurase de comprar unas que sean compatibles con el vehículo que tengamos, tanto por las medidas como por el sistema de anclaje. A partir de ahí, solo habrá que seguir las instrucciones de montaje.