Parece que diseñar un coche eléctrico es cuestión de cambiar un motor de gasolina por baterías y enchufes. Y, vaya, en invierno uno se fija en si faltan kilómetros de autonomía, pero lo que casi nadie cuenta, o quizá no se comenta lo suficiente, es cómo el calor del verano puede cambiar completamente la experiencia de conducción. Empiezas el día entusiasmado, pero cuando el mercurio sube y alcanza esos 25 grados o más, empiezan los dramas.

Hay que ponerse en situación: estás aparcando a medio día, el sol calcina los exteriores, y ese coche que parecía tan avanzado empieza a sudar por dentro. No es literal, claro, pero casi. Los iones dentro de la batería se mueven más despacio, el rendimiento baja y, más grave aún, puedes perder hasta un 30 % de autonomía sin aviso previo. Y en grandes ciudades como Madrid o Sevilla, donde los termómetros en agosto bailan entre los 30 y los 40 grados, ese desfase térmico puede convertirse en una pesadilla diaria. Autonomía que se evapora, recargas que tardan más, y una batería que no anda cómoda. Y si te pasas a los 35 grados o más, los problemas escalan: sobrecalentamiento, riesgo de daño irreversible, incluso el peligro, por raro que parezca, de que todo termine en fuego y tragedia. España ya ha vivido incendios de este tipo, algunos con consecuencias dramáticas.

El calor de verano ataca tu coche eléctrico: riesgos invisibles y cómo evitarlos

Los coches eléctricos de última generación están un poco más preparados, algunos avisan si la batería está demasiado caliente, otros reducen la velocidad de carga sin preguntarte, tratando de evitar desastres. Pero lo que sí puedes hacer tú es proteger al coche antes de que el problema comience.

Evitar aparcar al sol es más que una recomendación, es una necesidad. Si puedes, elige sombra, garaje subterráneo o un sitio donde el coche no se convierta en un horno. El aire acondicionado, aunque ayuda con el confort, es un voraz consumidor de energía. Mantenerlo en niveles justos, o incluso apagarlo en trayectos cortos, ayuda a estirar la autonomía. Y conducir con calma, sin arrancadas bruscas ni frenadas fuertes, también es una gran ayuda, cada acelerón añade estrés sobre la batería, que ya está luchando contra el calor.

En otras palabras, ese verano que esperabas disfrutar con tu eléctrico puede convertirse en una carrera de resistencia. Hay que planificar, cuidar y anticiparse. Imagínate arrancando con ilusión para ese viaje de fin de semana, pero el coche te da una sorpresa: una autonomía que era de 300 kilómetros, ahora son apenas 200, y con la batería ardiendo. Eso pasa. Temperaturas por encima de 25 grados ya empiezan a restar rendimiento. Y si llegamos a 35 grados, el riesgo real es que la batería se dañe, y en algunos casos extremos, se incendie.

No es alarmismo, es real. La química que hace funcionar todo dentro de la batería se vuelve lenta con el calor extremo. Eso ralentiza la carga, merma la autonomía y, si no lo controlas, puedes topar con un fallo irreparable o incluso un incendio. Los coches modernos no son invencibles, si notan peligro, bajan la velocidad de carga, apenas lo notas, pero lo hacen para salvar la batería. Como conductor, no te vale solo con confiar en la tecnología. Hay que actuar. Buscar sombra al aparcar, moderar el aire acondicionado, manejar con suavidad, planificar recargas y tener siempre un margen extra. Casi como entrenar para una carrera, sin desgaste gratuito.

Los efectos no se limitan a la batería. El calor extremo afecta también a otros componentes electrónicos y a la propia experiencia de conducción. Un coche eléctrico en pleno agosto puede dar sensaciones muy distintas a las que ofrece en primavera u otoño. Desde la simple incomodidad de notar cómo la refrigeración se esfuerza, hasta la inquietud de ver cómo los kilómetros disponibles caen más rápido de lo esperado. El conductor medio no está acostumbrado a estos cambios tan bruscos, y ahí está parte del problema. Quien compra un coche eléctrico muchas veces lo hace pensando en sostenibilidad, ahorro a largo plazo o tecnología punta, pero no siempre recibe toda la información sobre cómo el verano pone a prueba el sistema.

Los fabricantes lo saben, y poco a poco incorporan mejoras. La refrigeración líquida de las baterías es ya casi un estándar en muchos modelos de nueva generación, porque las celdas no toleran bien ni el frío extremo ni, sobre todo, el calor excesivo. Otros sistemas incluyen preacondicionamiento, que permite enfriar la batería antes de salir, usando la corriente del enchufe en lugar de cargar después todo el peso al pack mientras conduces. Son avances útiles, pero no milagrosos. La responsabilidad final recae en el conductor, que debe aprender a convivir con estas limitaciones estacionales.

Consejos prácticos para cuidar tu eléctrico en verano y maximizar autonomía

No todo es sufrir con el calor. Hay varias cosas que puedes hacer para que tu eléctrico no se convierta en una tostadora con ruedas. Evitar el sol directo es básico: el coche se calienta mucho más de lo que imaginas, y eso repercute en la batería. Usar el aire acondicionado con cabeza es otro punto clave, no hace falta ponerlo al mínimo grado, basta con buscar una temperatura equilibrada y aprovechar funciones como la recirculación de aire. Planificar tus trayectos y recargas también resulta fundamental, no confíes solo en estimaciones optimistas, si hay calor, calcula a lo seguro. Y por último, conduce con suavidad. Cada acelerón exige refrigeración extra, que a su vez gasta energía y reduce autonomía.

Pero más allá de las recomendaciones básicas, lo interesante es ver cómo cambia la mentalidad del conductor en verano. Con un eléctrico no puedes improvisar tanto, al menos en países como España, donde la infraestructura de recarga aún no está tan extendida como en el norte de Europa. La planificación se convierte en un hábito, algo que puede incluso aportar seguridad. Saber dónde cargar, cuánto tardarás y qué margen tienes en caso de emergencia te da tranquilidad. Y aunque al principio puede sonar tedioso, muchos conductores terminan adaptándose e incluso agradeciendo esa forma más consciente de viajar.

Lo que tampoco se suele decir es que, con calor extremo, las diferencias entre modelos se hacen evidentes. No todos los coches eléctricos sufren igual. Algunos fabricantes han invertido más en sistemas de refrigeración avanzados, mientras que otros priorizan costes más bajos, lo que se traduce en mayores limitaciones. Por eso conviene informarse bien antes de comprar, porque el verano puede revelar debilidades que en el día a día pasan desapercibidas.

También está el detalle de las recargas. Cargar una batería ya caliente en un punto rápido bajo un sol de 35 grados no es la mejor idea. No solo la recarga será más lenta, sino que se incrementa el riesgo de degradación. Siempre que se pueda, conviene elegir momentos más frescos, como la mañana temprano o la noche. Este simple cambio de hábito puede alargar la vida útil de la batería de forma notable.

En definitiva, conducir un coche eléctrico en verano no es un problema irresoluble, pero sí exige cierta atención extra. No se trata de asustar, sino de ser realistas. La tecnología aún tiene margen de mejora, pero mientras tanto, el conductor debe aprender a convivir con estas particularidades. Y al final, cuando miras el conjunto, puede que hasta tenga un lado positivo: nos obliga a ser más conscientes de cómo usamos el coche, de cómo cuidamos cada detalle, y de cómo pequeñas decisiones marcan la diferencia entre un viaje estresante y uno tranquilo.

El verano y el coche eléctrico no son una combinación automática de cero problemas. Si lo que valoras es comodidad y tranquilidad, debes estar más atento que nunca. La clave está en anticipar lo que puede pasar. Con sentido común, planificación y algunos cuidados extra, la experiencia puede seguir siendo satisfactoria. Y lo cierto es que, pese a estas limitaciones, muchos conductores eléctricos coinciden en que no volverían atrás. Sí, el calor es un enemigo silencioso, pero no invencible. Con sombra, con hábitos responsables y con un poco de paciencia, el verano deja de ser un obstáculo y se convierte en otro escenario más para disfrutar de la movilidad eléctrica.