Las compañías automovilísticas se preparan ya para el proceso de electrificación que se ajuste el modelo de movilidad sin emisiones que dibujan las autoridades. La Unión Europea se plantea la prohibición de vender coches nuevos de combustión interna a partir de 2035, además de la rebaja de los gases de efecto invernadero en torno al 50% en 2030.

Ante esta imposición, la industria se ve en la obligación de adaptarse a las nuevas exigencias, y eso implica dejar fuera del mercado algunos de los modelos más reconocidos y que han sido un referente para muchas generaciones.

Algunas firmas ya han comunicado sus intenciones de reeditar icónicos modelos como el Citroën 2 CV o el Renault R-5 en sus versiones eléctricas. Sin embargo, otros han decidido dar por finalizada la fabricación de sus coches más populares. Es el caso del Ford Fiesta. El director general de la compañía, Martin Sander, comunicaba hace unos días que cesarán la producción de este modelo en junio de 2023.

Este utilitario se había convertido en el coche de muchas generaciones de jóvenes, que encontraban en él el medio adecuado para moverse por las ciudades. Su reducido tamaño le convertía en el vehículo perfecto.

Habrá más despedidas

El Fiesta se fabricará hasta el próximo verano en Colonia, en Alemania. Pero antes de esa fecha le pondrán el punto y final a otros vehículos reconocidos como son el S-Max y el Galaxy. En este caso, se están produciendo en la planta valenciana de Almussafes. De esta forma pretenden dar paso a tres nuevos coches eléctricos de pasajeros, además de a otros cuatro comerciales eléctricos para 2024.

Los planes de la compañía pasan por comercializar en 2026 más de 600.000 vehículos eléctricos, mientras que la intención en el plazo de seis años es que se fabriquen 1,3 millones de vehículos.

Más de 12 millones de Fiestas vendidos

Guste o no, el Ford Fiesta ha sido uno de los vehículos más populares de la marca.  Su origen se remonta a 1976, estando siempre bastante vinculado a la factoría de Valencia. De hecho los primeros ejemplares que se sacaron a la venta procedían de esta planta. Sin embargo, los últimos modelos del Fiesta ya se encargaron a Alemania.

Hay muchas curiosidades en torno a este automóvil. El nombre se lo puso Henry Ford, el dueño de la empresa. Sobre la mesa contaba con doce propuestas diferentes. En un primer momento se barajó la posibilidad de que se denominara como Bobcat, pero el propietario acabaría eligiendo Fiesta. Entendía que se trataba de un término que se asociaba con la diversión y el dinamismo, algo que deseaba vincular a la firma.

Uno de los motivos que le permitió llegar al mercado en 1976 fue la importante crisis del petróleo que se había desatado tres años antes. En vista de los problemas económicos, desde la compañía optaron por crear un automóvil de dimensiones reducidas para de esta forma plantarle cara a otros modelos que ya había en el mercado. En vista de eso, consiguieron que el Fiesta fuera el encargado de estrenar la factoría de Almussafes, que en un principio estaba previsto que acogiera la producción de otros coches más amplios como el Escort y el Taunus.

Era un secreto a voces que el Ford Fiesta iba a tener este triste final. Y lo mismo ocurría con los dos monovolúmenes que dejarán de fabricarse en cuestión de meses. En el caso de estos últimos, la marca ha apreciado como este tipo de vehículos apenas consiguen captar la atención de los conductores, que optan por los SUV.

En el caso del Fiesta aseguran que los motivos de su final son la buena aceptación que ha tenido el Ford Puma entre los clientes. A ello se le une además la necesidad de poner en marcha nuevas líneas de eléctricos disminuyendo costes.

Las ventas no respaldaban su continuidad

Es posible que muchas personas sientan nostalgia e incluso cierta emoción al conocer el final del Fiesta. Pero cuando se trata de cuestiones empresariales el aspecto económico prima sobre todo lo demás, sin importar demasiado lo sentimental.

La empresa desveló que los datos de ventas se rebajaron en Europa un 45% en relación a los niveles del año pasado, con 38.911 ejemplares. Por su parte, también se detectó una caída en la comercialización del Puma, pero en este sentido, la pérdida fue de tan solo el 14% en comparación con el mismo periodo de 2021, con algo más de 90.000 ejemplares.

En condiciones normales se le podría haber dado una mejor salida como eléctrico, pero para ello era preciso que se garantizase una cierta rentabilidad y la economía de la empresa se lo pudiera permitir. Pero no se daban las condiciones adecuadas para ello, principalmente porque se estaban vendiendo dos Ford Puma por cada Fiesta. Por lo tanto, las cuentas no les salían.

La situación comprometida de Ford

Desde Ford tienen que mover ficha para variar el rumbo de la empresa, que lleva tiempo a la deriva. No acaba de encontrar un hueco en el mercado europeo en los últimos tiempos. Así lo demuestra el hecho de que tenga previsto bajar la persiana a la fábrica de Saarlouis en 2025. Allí se produce el Ford Focus, otro de los modelos emblemáticos que también se despedirá de los concesionarios en cuestión de poco tiempo. Al parecer, tampoco hay intención de reeditarlo como eléctrico, cuando en realidad las grandes preocupaciones de la firma pasan por sacar al mercado en las condiciones más competitivas los tres nuevos coches eléctricos que tienen en mente.

Aunque pueda parecer un tanto curioso, en Ford no han tenido inconveniente en llamar a la puerta de Volkswagen. Los futuros eléctricos en Europa llevarán la plataforma y la tecnología MED de la compañía germana. Serán derivados de los Volkswagen ID.3, ID.4 e ID.5.

Por lo tanto, aquellos que quieran despedirse del Ford Fiesta aún les quedarán unos cuantos meses por delante. Sin lugar a dudas, con el tiempo se acabarán convirtiendo en una pieza de coleccionista como ya ocurriera con otros coches.