Cada vez resulta más común encontrarse en las ciudades calles en donde la circulación queda limitada a los 20 o 30 km/h. Se trata de una medida aprobada por el Gobierno hace unos meses que pretende en cierta medida cambiar la forma de desplazarse y de contribuir también a la convivencia del vehículo a motor con las bicicletas y peatones. Sin embargo, esta rebaja en la velocidad puede resultar muy dañina para nuestro vehículo.

El embrague el que más sufrirá

La norma establecida por el Ejecutivo contempla la prohibición de conducir por encima de los 30 km/h en aquellas vías con un solo carril por sentido, mientras que la velocidad se reducirá a 20 km/h en las calles donde la calzada y la acera se encuentren a la misma altura, es decir, que no haya un bordillo que los delimite.

El objetivo de esta medida es disminuir hasta cinco veces el riesgo de fallecer a causa de un atropello. Además, desde la DGT tampoco contemplan que esta medida afecte a la fluidez del tráfico. Sin embargo, no todo son buenas noticias, ya que nuestro coche puede resentirse al ir tan despacio y por las maniobras que exigirá el cumplimiento de los límites de velocidad. Se estima que en las principales ciudades, la limitación de los 30 km/h puede llegar a afectar a un importante número de vías.

Para cualquier vehículo puede considerarse como una velocidad demasiado reducida, en donde hay que emplear marchas muy cortas y con el vehículo más revolucionado. Además se incrementará el gasto en combustible y los componentes se deteriorarán con más rapidez.

Pero si en realidad hay un elemento al que le pasará factura esta limitación es el embrague. Su papel adquiere una mayor relevancia al tener que realizar un mayor número de cambios de marchas, en donde cada pocos metros habrá que frenar, arrancar la marcha y detenerse. El embrague se ocupa de transmitir la potencia del motor a la caja de cambios, y cuando se viaje a menores revoluciones aunque la velocidad sea superior, el desgaste será inferior.

No hay que olvidar el importante papel que desempeña este elemento en el engranaje de cualquier vehículo. Además se trata de uno de los componentes más sensibles. Y es que su sustitución resulta bastante costosa, pudiendo elevarse la factura por encima de los mil euros en la mayoría de las ocasiones, por lo que la reducción de la velocidad puesta en marcha desde Tráfico no resulta del todo beneficiosa para tu coche ni para la vida útil del mismo, que como comprobarás puede verte acortada.

La única manera de evitar este contratiempo con el embrague pasa por utilizar un vehículo con cambio de marchas automáticos, en donde apenas se notará las consecuencias de la disminución de la velocidad.

Hay otro elemento que también puede resentirse, como es el filtro de partículas. Se ocupa de rebajar las emisiones contaminantes que salen por el escape del vehículo. Este filtro atrapa sustancias sólidas, que en el momento de llegar a la temperatura precisa se queman y al expulsarse resultan menos contaminantes.

Sin embargo, hay que precisar que para que el coche llegue a esos grados es preciso circular durante unos minutos a la velocidad requerida para que el proceso se ejecute. Esto afecta a los vehículos diesel. Se entiende que para completar el proceso hay que viajar a un determinado número de revoluciones, y a 30 km/h esas partículas no se queman.

También hay que decir que habrá otros elementos del coche que sufrirán un menor deterioro con la medida, como son los frenos y los neumáticos.

Consejos para conducir con seguridad en vías urbanas

La reducción de la velocidad está pensada para atajar los atropellos en las ciudades, disminuir la contaminación y permite la convivencia del coche con peatones, bicicletas y patines. Una conducción responsable nos permitirá viajar de una manera segura por las vías urbanas. Y para ello hay que adaptar en primer lugar la velocidad a las condiciones del tráfico.  Pero también debes tener en consideración los siguientes aspectos.

  • Hay que permanecer siempre en alerta en las ciudades. Concéntrate en todos los actores que pueden cruzarse contigo, ya sean peatones, otros vehículos, semáforos, cruces, pasos de peatones o señales.
  • Procura anticiparte: no se trata de ser adivino, solo de fijar tu horizonte dos o tres vehículos por delante de ti. Eso te permitirá reaccionar con antelación a cualquier contratiempo que pueda aparecer. Es el caso, por ejemplo, de un coche que ponga una intermitente para girar. Se trata de una señal de que habrá que ir reduciendo la velocidad.
  • No rebases la velocidad máxima: hay que ponerle especial atención sobre todo a las calles que soportan un excesivo número de vehículos, pero también en aquellas zonas residenciales y las próximas a los centros escolares, que permanecen siempre con máximas de 30 km/h.
  • Cómo actuar en los atascos: en las horas punta resulta probable que te veas envuelto en alguna retención. En ese caso, intente no perder los nervios y actúa con calma. Mantén la distancia seguridad con los coches que tienes por delante de ti y no aceleres en exceso si unos metros más adelante vas a verte obligado a detener la marcha.
  • Intenta ser solidario con los demás: esto implica respetar las normas de velocidad, pero también facilitar el tránsito de ciclistas y peatones. Para ello te verás ayudado de los espejos.
  • Evita los cascos y el uso de dispositivos: la conducción requiere poner los cinco sentidos en la carretera. Olvídate de poner auriculares o manejar el teléfono móvil o el GPS mientras conduces.
  • Cuidado en las rotondas: las glorietas han ido ganando terreno en las ciudades con el paso de los años. Facilitan la fluidez del tráfico en los cruces reemplazando los semáforos. Resulta muy sencillo de circular por aquellas de un único carril, pero será algo más complejo hacerlo por aquellas con dos o más carriles. Para salir de la rotonda habrá que hacerlo siempre desde el carril exterior, nunca desde uno interior.