En la actualidad, una de las decisiones que más quebraderos de cabeza provoca a los conductores es dónde repostar. Con la proliferación de gasolineras “low cost” que ofrecen precios considerablemente más bajos que las estaciones abanderadas tradicionales, la pregunta surge inevitablemente: ¿existe una diferencia real entre ambos tipos de combustible o simplemente estamos pagando de más por una marca?

El origen común de todos los combustibles

Contrario a lo que muchos piensan, todos los combustibles distribuidos en España parten de una base común. La Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH) es la encargada de gestionar la red de distribución que abastece a todas las estaciones de servicio del país, independientemente de si son de marca premium o low cost. Este sistema funciona como un gran almacén centralizado donde las refinerías depositan sus productos, que posteriormente son distribuidos a los diferentes puntos de venta.

Este hecho garantiza que todos los combustibles cumplan con los estándares mínimos de calidad exigidos por la legislación vigente. Es decir, cualquier combustible que se venda en España, sea de la marca que sea, es perfectamente apto para el funcionamiento básico de nuestro vehículo.

La verdadera diferencia: los aditivos

Si la base es la misma, ¿dónde radica entonces la diferencia? La respuesta está en los aditivos. Las compañías abanderadas como Repsol, Cepsa, BP o Shell añaden a ese combustible base sus propios paquetes de aditivos especiales. Estos complementos se incorporan durante la fase de suministro a los camiones cisterna, justo antes de que el combustible llegue a las estaciones.

Tomando como referencia los combustibles Óptima de Cepsa, estos aditivos incluyen:

Para gasolinas (95 y 98 octanos):

  • Antiemulsionantes: Evitan la formación de emulsiones con agua que podría condensarse en los depósitos subterráneos.
  • Anticorrosivos: Protegen los componentes metálicos del motor contra la oxidación.
  • Detergentes: Mantienen limpios los sistemas de inyección y la cámara de combustión al disolver los depósitos de carbonilla.

Para diésel:

  • Aumentadores del número de cetano: Mejoran la capacidad de autoinflamación del combustible.
  • Compuestos limpiadores: Ayudan a mantener en óptimas condiciones los sistemas de inyección.
  • Antiespumantes: Contribuyen a un mejor arranque en frío y previenen problemas en el suministro.

Por su parte, las estaciones low cost suelen utilizar aditivos genéricos proporcionados por CLH o paquetes más básicos, lo que les permite mantener costes operativos más bajos y, consecuentemente, ofrecer precios más competitivos.

Impacto a corto y largo plazo

En el uso diario y a corto plazo, es probable que la mayoría de conductores no noten diferencias significativas entre usar un combustible u otro. Un vehículo moderno funcionará correctamente con cualquier combustible que cumpla los estándares legales.

Sin embargo, las diferencias pueden manifestarse a largo plazo:

  • Limpieza del motor: Los aditivos detergentes de las marcas premium ayudan a prevenir la acumulación de depósitos en válvulas e inyectores, lo que puede traducirse en un mejor rendimiento sostenido en el tiempo.
  • Eficiencia energética: Un motor más limpio suele ser más eficiente, lo que potencialmente podría compensar parte del sobreprecio pagado por el combustible premium a través de un menor consumo.
  • Durabilidad de componentes críticos: Sistemas como los inyectores de alta presión o los filtros de partículas, presentes en vehículos modernos, pueden beneficiarse de combustibles con mejores aditivos, reduciendo el riesgo de averías costosas tras muchos kilómetros.

¿Quién debería considerar los combustibles premium?

La decisión entre combustible low cost o premium depende de varios factores:

Vehículos que más se benefician de combustibles premium:

  • Coches de alta gama o deportivos: Suelen tener motores con relaciones de compresión elevadas que aprovechan mejor los combustibles de mayor octanaje.
  • Vehículos modernos con sistemas sensibles: Aquellos equipados con inyección directa, turbocompresores o filtros de partículas.
  • Vehículos con alto kilometraje: Donde la limpieza del sistema de inyección y combustión cobra mayor importancia.

Casos donde el low cost puede ser suficiente:

  • Vehículos de uso esporádico: Si el coche se usa poco, la acumulación de residuos será menor.
  • Coches más antiguos con tecnologías menos sensibles: Los modelos con sistemas de inyección indirecta o carburación suelen ser menos exigentes.
  • Conductores con presupuesto ajustado: El ahorro inmediato puede ser prioritario frente a posibles beneficios a largo plazo.

Estrategias inteligentes de repostaje

Una aproximación balanceada podría ser alternar entre ambos tipos de combustible:

  • Uso combinado: Repostar con combustible premium cada cierto número de depósitos (por ejemplo, uno de cada cinco) para aprovechar sus propiedades limpiadoras.
  • Atención al motor: Escuchar y observar cómo responde nuestro vehículo con diferentes combustibles. Algunos motores son más sensibles que otros a la calidad del carburante.
  • Mantenimiento preventivo: Complementar la elección de combustible con un buen programa de mantenimiento, incluyendo la limpieza periódica de inyectores si se usa predominantemente combustible económico.

La elección entre gasolineras low cost y estaciones abanderadas no es simplemente una cuestión de “bueno” versus “malo”, sino de equilibrar necesidades a corto y largo plazo. El combustible low cost cumple con los requisitos mínimos legales y funcionará correctamente en la mayoría de los vehículos, mientras que los combustibles premium ofrecen ventajas adicionales que pueden ser relevantes dependiendo del tipo de vehículo y uso.

Como en muchos aspectos de la vida, la respuesta ideal probablemente se encuentre en un término medio: usar combustibles de calidad cuando el vehículo más lo necesite, sin descartar las opciones económicas cuando el presupuesto apriete. Lo importante es tomar una decisión informada, entendiendo que lo barato a veces puede salir caro, pero también que lo caro no siempre garantiza una diferencia sustancial.